Aunque me dedico a la publicidad desde hace años y dirijo una empresa respetable y razonablemente exitosa, podría echar por la borda todos estos años de esfuerzo para dedicarme al pan. Este blog se llama Manitas de cerdo, que también me gustan mucho, pero todavía siento mayor pasión por el pan. Ahora bien, de nada sirve la ilusión por un producto para tener éxito. Todos mis clientes se sienten infinitamente más orgullosos de sus productos que yo por el pan y, sin embargo, sólo unos pocos triunfan.

El abuelo Philip Kotler ya lo decía hace años: si la necesidad no existe, ni el mejor producto tendrá éxito. La expresión “el buen paño, en el arca se vende” es mentira. Nos quejamos del pan, pero, en realidad, la necesidad no existe.
La otra noche, mientras aguardaba mi turno para pagar la gasolina repostada en una estación de servicio cualquiera, muchos demandaban barras de pan recién horneadas. En realidad había percibido los vapores del horneado mezclados con los restos de las moléculas de hidrocarburo todavía adosadas a mis fosas nasales.
Un señor bien vestido delante mío pidió una barra superior. “Una barra de leña, por favor” –dijo a la dependienta. ¿De leña? –pensé. ¡Habrá perdido la cabeza! Muchas gasolineras venden leña entre lubricantes, latas de Coca-Cola y naranjas de Valencia, pero ninguna cometerá la imprudencia de alimentar sus hornos con brezo y troncos de alcornoque al lado de miles de litros de gasolina. La dependienta le entendió a la primera, pero le sirvió idéntica baguette, todavía humeante, que al resto de clientes. Tanto le atrajo el humo blanquecino filtrándose por la aparente corteza crujiente, que pidió otra ‘de leña’. Tras abonar su compra y dar un brusco giro, las ligerísimas baguettes se deslizaron de la bolsa y cayeron al suelo. En un rápido movimiento las recogió para guardarlas de nuevo en la bolsa y abandonó la tienda de conveniencia como si nada hubiera pasado. No se había llevado unas baguettes de leña, sino unas barras con un leñazo dignos de tirar a la basura. Mientras haya cola para comprar baguettes de leña en las gasolineras, me dedicaré a la publicidad.
Nos quejamos del pan, pero, en realidad, la necesidad no existe.