Una playa es una ilusión óptica


Manitas de cerdo va de restaurante, pero este post no. Hoy se trata de una excepción en mi pasión por la restauración y pido disculpas. Google castigará el posicionamiento natural del blog por falta de relevancia, pero asumo el riesgo. También pido a mi siempre entregada Community Manager que haga una excepción y no lo menee. Que se mueva sólo y, si no se mueve, que se pierda para siempre.

Muchos granitos de arena hacen una playaPlaya de La Fosca (Palamós)

El 2 de Febrero de 1989 el diario La Vanguardia me publicó la siguiente Carta al Director –eran tiempos analógicos: “A mi querida tierra hispánica: lo he intentado contigo durante más de una década, empecé a amarte a los 14 años, aprendí tus idiomas, estudié tu historia y me diste esperanzas con un contrato de trabajo. Yo sabía que conquistarte y hacerte fijar en mí iba a ser difícil; ¡eres tan bella! Yo sólo soy un insignificante “europeo”, de un país tan silente como Suiza, pero tenía fe en mi voluntad, compréndelo, yo te amaba. Recorrí decenas de despachos en edificios tuyos, te envié más de una cincuentena de fotografías, firmé para ti cientos de papeles y hasta dejé mis huellas digitales para probar la sinceridad de mis sentimientos. Pero me ignoraste, me despreciaste, te mostraste desorganizada y olvidadiza. Encima te has enorgullecido con eso de ser sólo tú y los tuyos europeos y acabaste por quitarme las últimas esperanzas. Me haces marchar y lo hago a desgana, porque yo te amo. Ahora sólo me queda el tiempo y la distancia para olvidar el amor frustrado.

Siete meses más tarde, ya desde la distancia y en agradecimiento por los apoyos anónimos recibidos, mandé un escrito de agradecimiento que se publicó el 1 de Septiembre de 1989. Decía así: “A mi querida tierra hispánica: ya lejos de tus quehaceres, alojado en una sombría habitación en la gran ciudad del pequeño país helvético, añoro mis doce años en tus anchas tierras, cuando estudiaba o cuando probaba suerte en la Complutense de Madrid o cuando finalmente acababa la carrera en la Autónoma de Barcelona. Añoro media vida, desterrado por tiempo indefinido a mi “patria”, la helvética, recogido por justicia, sin pena ni gloria. Es la historia de una Ley de Extranjería aplicada sin contemplaciones. Un solo hombre poco puede hacer, eso ya se sabe, y menos cuando su función es la de una pequeña pieza dentro de un complicado engranaje. Tras mi carta del 2 de febrero del 89 recibí cariñosas respuestas y mensajes de apoyo de ciudadanos legítimamente tuyos, desconocidos para mí, pero ofendidos y afectados por tu actuar tan poco acertado. Tu vida ha sido y será mil veces más larga que la mía y aun así acabaste con una sola carta, en tono despersonalizado y autoritario, con doce años de esfuerzo e ilusión. Pero eso está hecho y ya tuve ocasión para expresarte mis penas en este mismo espacio.

Han pasado 22 años desde aquel destierro forzoso, en ese momento por una desafortunada ley de extranjería. Y ahora, cuando escribimos el año 2011, vuelvo a ver destierros forzosos, sin amenazas de Interior, pero provocados por la todavía más severa ley de mercado. La frustración fue inmensa, lo recuerdo como si fuese ayer. Y ahora veo nuestros becarios, llenos de ilusión, infinitamente mejor preparados, los hijos de mis amigos, compañeros de profesión, más tarde o más temprano yo mismo, con las maletas en la mano. Viajar es positivo, ver mundo enriquece y mejora un país. Pero, el amor por una tierra lejana nunca alcanzará la pasión que sientes por la que crees tuya propia. Si no levantamos este país, si sucumbimos a la atonía y nos refugiamos en nuestros islotes, quedaremos abandonados para siempre. Viajar es positivo, ver mundo enriquece, pero un país sólo mejora si existe billete de vuelta. Y un país sin pasión es un país sin rumbo.

Un único hombre poco puede hacer, más si está solo. En 1989 era una desafortunada ley de extranjería, pero ahora es más complicado. El esfuerzo de tantos años no puede caer en saco roto. No nos lamentemos como mandaba Guardiola en su intenso mensaje. Pongámonos a levantar este país, y ahora. Quiero pensar que somos capaces. Son los granitos de arena los que conforman una playa.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.