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Satisfecho por haber podido honrar generaciones pasadas en el post sobre el magnífico Saüc, hoy tengo la suerte de poder escribir sobre el gastrobar del mismo Hotel Ohla. Son dos cocinas, es verdad, pero los fogones están compartidos y los cocineros también. Nuestros invitados nos esperaban arriba, pensándose convidados a una merecida mesa en el Saüc, mientras nosotros estudiábamos la carta y su funcionamiento unos metros más abajo. Una confusión peligrosa teniendo en cuenta al chef Xavier Franco preparando con meticulosidad sus menús de degustación. Alertado por el atento camarero, rápidamente fui en su búsqueda e intenté justificar mi aparente tacañería.

El Ohla Gastrobar va de platillos –alta cocina a precios razonables-, sentado en pequeñas mesas en un ambiente cuidado y de dimensiones generosas. Son degustaciones servidas en pequeños placeres, sin el atrezzo y minimalismo de un Michelín, pero de una sofisticación por encima de su precio. Espectacular el ‘steak tártar con helado de mostaza dulce’ y el ‘cuello de cordero confitado’, digna puesta en escena, servicio profesional y atento, aunque no es para comer rápido. La elaboración requiere su tiempo y si piensas culminar la experiencia con un ‘Coulant de Gianduja y toffee de pasión’, súmale otros diez minutos de espera o pídelo antes.
Los ojos del mural de Frederic Amat en la fachada de la antaño comisaría Vilardell volverán a verme entrar; treinta y cinco Euros por persona (sin vinos).
Ohla Gastrobar, Via Laietana 49 (Barcelona). Tf. 933 415 050