‘Manitas’ lamenta profundamente el abrupto fallecimiento del chef catalán de la alta cocina Santi Santamaría.

1957-2011
Me he perdido El Bulli por cierre y a Santi Santamaría por partida. No sabré nunca como eran. Pero, hoy he visto publicado uno de los últimos textos en catalán de este gran chef y me he tomado la libertad de traducirlo al castellano para que todos lo entendáis. Si es así como sentía y cocinaba, hemos perdido uno de los muy grandes. He aquí el texto escrito por Santi Santamaría:
El amor es un hierro oxidado
En el mundo hay olores de toda clase, algunos son más fáciles de detectar que otros. También hay perfumes que se apoderan de nosotros sin darnos cuenta, como el perfume de la cultura o, ciertamente, el del amor. Son perfumes que nos llevan hasta el límite y que, a veces, nos hacen traspasar puertas de acceso a placeres insospechados.
Pero también son aromas que nos dejan su huella en la memoria, a la espera que los recordemos algún día. El mundanal ruido, el trabajo cotidiano de crear objetos nuevos y repetidos a la vez, me distrae la mente y me permite refugiarme en el silencio y la invisibilidad, un lugar donde, sin sonido ni luz, reinan los olores.
Ese mismo espacio mágico es el de las mañanas en el bosque, donde también impera el silencio en los días de invierno, cuando la humedad se cala en los huesos y los pies se hunden en la hojarasca, bajo el arco de un cielo azul intenso y limpio, que se divisa entre nogales, encinas y zarzamoras. Es el bosque donde aprendí con mi padre a cavar la tierra para plantar unos árboles que he visto crecer a lo largo de mi vida y que quizá me sobrevivan. Este es un bosque de amor entre generaciones y más allá del tiempo, y de amor es su aroma.
Decía Chateaubriand que “la juventud lo embellece todo, hasta incluso la desgracia”. Por eso el tiempo es la prueba del amor. El verdadero amor se enriquece con los años porque renace a cada instante y se redescubre y se reencuentra en las cosas más humildes: en las migas del pan que el panadero ha pastado con amor, haciendo servir la harina de un trigo sembrado y cosechado con todo el amor del que son capaces la naturaleza y los humanos. Cuando veo la hoz o el hacha con la que mi padre segaba la hierba en verano o cortaba la leña en invierno, redescubro la fuerza de sus manos duras y, a la vez, amorosas y su mirada feliz: su amor en un hierro oxidado.
Santi Santamaría