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Tenía una reunión justo enfrente del Toto y pensé que sería una buena ocasión para probarlo de nuevo. Debo advertir al lector que me cuesta ser totalmente objetivo, porque siento una admiración especial por sus impulsores: Ronit y Rafael de las panaderías Crustó. Quién se atreve a invertir en este quinto año de crisis –atendiendo a los ciclos económicos aún nos quedarían otros dos– tantos miles de Euros para montar un nuevo restaurante renunciando al menú de diez Euros, a guardárselos bajo el cojín o disfrutarlos en legítima soledad.

El Toto es otro envoltorio magnífico del interiorista Álvaro Rosa-Violán, creador de ambientes persuasivos como si se tratara de un anuncio publicitario. Pero, a diferencia del Boca Grande en el Passatge Concepció de Barcelona, Ronit y Rafael tenían claro que a un restaurante se va fundamentalmente a comer. Como con los obradores en sus panaderías, en el Toto hay un equipo de cocineros al que se nota la exigencia de Ronit.
Una carta sencilla, pero completa, ofrece una variedad de platos mediterráneos con inspiración italiana. Mi sorpresa fue ver el Toto completamente lleno, con un perfil de clientes variopinto, pero con suficiente saldo en sus tarjetas de pago para permitirse un menú a la carta aunque sea a mediodía y en día laborable.
Tenía razón el bloguero y experto culinario Ricard Sampere cuando decía en su post que el Toto era un sitio ruidoso, un asunto cuya responsabilidad corre a cargo del interiorista. Quizá no se imaginaba una ocupación del cien por cien.
Y tenía yo razón en mi post anterior sobre el Toto cuando me quejaba que los vinos se servían como si se tratara de caldos salidos del caldero. El camarero me aseguró que estaría bien y, efectivamente, estaba calentito como la última vez.
Toc toc, Toto: un buen caldo debe estar calentito y un bueno vino en su justa temperatura, es decir, bastante por debajo de los 22 ºC. Y no es un asunto de sibarita, sino de física. Cuando el alcohol se calienta se vuelve volátil y se impone a los aromas agradables del vino. Es como un carajillo: basta un chorro de coñac en un café caliente para hacer irreconocible la calidad del grano.
Disfruté, eso sí, con el excelente Carpaccio de lubina con habitas, con los Paccheri frutti di mare al dente y, como no, con el pan del vecino Crustó, todo además apto para mi dieta baja en grasas. Excelente Silvia Calierno; Ronit y Rafael pueden estar bien contentos.
Salimos a razón de 43€ por cabeza, el caldito de Ars Mítica de Ribera de Duero incluido y sin postre. Lleno total. Cocina muy buena.
Toc toc, Toto.
Restaurante & Wine Bar Toto, València 246 (Barcelona). Tf. 93 467 67 29
Gràcies de nou per referenciar-me…!!.
Si que és sorprenent que estigui ple sense oferir menú de migdia.
Una abraçada..!!