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Un sencillo cartel clavado en los viñedos de Terra Remota señala el camino de entrada a la joven bodega de los Bournazeau. Ubicado al norte de Figueras, junto a la comarcal GI-602 y a escasamente un kilómetro del campamento militar de Sant Climent Sescebes, se extiende la finca de los descendientes de un español obligado al exilio a consecuencia de la guerra civil española.

Resulta curioso que los Bournazeau hayan escogido un paraje prepirinaico a tan poca distancia del acuertelamiento llamado General Álvarez de Castro. Este militar era gobernador de Girona en 1809 y dirigió la defensa de la ciudad durante el asedio de las tropas francesas. Si es verdad que existen cepas centenarias, no sería imposible que Álvarez de Castro, el abuelo Bournazeau y las tropas de los distintos bandos hubieran compartido el mismo vino creyéndose tan distantes unos de otros.
Hoy hemos visitado la bodega. Hacía tiempo que quería hacerlo. Me encantan sus vinos, en especial el Tan Natural. Se trata de su único monovarietal que yo creía también su único caldo ecológico. Pero, sorpresa mía, toda la finca, todas las parcelas y todos sus vinos cuentan con certificación ecológica. Por eso las hileras de vides están orientadas a norte, para que los fríos y secos vientos de la tramontana despejen a las plantas de patógenos, hongos y potenciales plagas.
En la cata tuvimos oportunidad no solo de probar los que ya conocía, sino también el prohibitivo Clos Adrien. El primer trago, justo después de probar su flagship Terra Remota Camino, me confundió. Si en ese instante me hubieran preguntado, no habría desembolsado casi cuatro veces lo que cuesta un Camino. Pero, al cabo de un rato, el Clos Adrien se deplegó como una flor a pleno sol. Limitada su producción a una pocas miles de botellas, compuesto casi en su totalidad de Syrah y un poquito de Garnacha, el Clos Adrien hace justicia a su precio. Me recordaba el PSI de Peter Sisseck y el Vinyes Velles de Ferrer Bobet. ¡Qué vinazo!
Los vinos de Terra Remota nos son baratos. Pero, tampoco son caros. Cuando percibes el esfuerzo de una bodega ecológica obsesionada por la calidad como Terra Remota, quizá no puedas costearte sus caldos, pero si sumas todos los riesgos asumidos por los Bournazeau, casi diría que son vinos regalados. Además, si tuviera un sitio ideal para guardarlos, invertiría en almacenarlos. Me apuesto un Clos Adrien que en unos cuantos años, una botella del Terra Remota Camino del 2012 valdrá una fortuna.
Visítales en Carretera de Campany km. 6, Sant Climent de Sescebes (con cita previa).