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Pocas veces escribo sobre vinos. Hace años una conocida marca de cavas me acomplejó y creo que nunca superé aquel chasco. Me invitaron a una cata de cavas, habiéndome preguntado si creía entender de caldos. Claro -dije sin vacilar -me encanta el cava -añadí para corresponderles. Entre tú y yo, los cavas nunca me han provocado grandes emociones, sobre todo limitándolo a una sola copa.
Me hicieron probar cinco de diferentes. Era una cata a ciegas. Las copas ya las veía, pero, francamente, me parecían todas idénticas. Tras valorarlas se me acercó un directivo con mal semblante y mirándome fijamente a los ojos me largó: “No tienes ni idea.” Bueno, en realidad dijo: “No tienes ni p… idea.” Había asignado la máxima puntuación a un vulgar espumoso de poco más de euro y medio.
Desde entonces dejé el cava y me pasé al vino.
Este post podría ser otra torpeza. Se trata del 10.000 hores de Oliver Viticultors. Me decidí escribirlo tras saborear un Jean Leon 3055 del 2016. Era magnífico, el 3055 me refiero, pero, sin ánimo de ofender, catar el 3055 -por cierto, el número de licencia de taxi de Jean Leon en Nuevo York- me animó a hacer justicia al 10.000 hores.
Se trata de un vino joven, ecológico, que combina tempranillo y syrah. Lo elabora Oliver Viticultors como ya he dicho y apenas cuesta siete Euros; un regalo para el paladar y el bolsillo.
Es tan excepcional que quizá se trate de una confusión de barriles a la hora de embotellarlo. Han pasado días desde que lo abrimos y aunque el Jean Leon siempre deja huella, nada que envidiar. El 10.000 hores es un tinto equilibrado, de baja graduación alcohólica, carnoso, noble, rico en sabores y sorprendentemente blando dada su juventud.
No sé, siete Euros no pueden dar para tanto espectáculo. Francamente, en esta ocasión se habrá equivocado Oliver Viticultors. No debía ser el barril.
Ahora, quizá no tenga ni p… idea.