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Recuerdo la generosa entrada a la finca, el paseo por el huerto y el perfumado olor a lavanda. Se respira natura, tierra recién removida, excelencia por todas partes.
Los comedores están arriba, aunque he leído que hay una mesa en la cocina. Un enorme ventanal con unas privilegiadas vistas al jardín está reservado para los cocineros. Se respira un ambiente de trabajo relajado, amable, discreto.
Pedimos el menú de degustación corto, bañado por un Ferrer Bobet Vinyes Velles que me hizo ganar el respeto del sumiller. Y cuando probamos la “oliva arbequina feta a casa” entendimos que la noche iba a ser grande.
Un passeig per Catalunya
Aquí “la nostra versió del pollastre a l’ast” -dijo el camarero disimulando una pícara sonrisa, mientras depositaba un pequeño plato con dos tiras fritas delante nuestro. Va de sensaciones, de imaginación, de apertura de mente.
Va del multisensorial “mini carbassó de l’hort a la brasa amb tomàquet i stracciatella”, de la esencia del “cor de tomàquet amb gambeta de Palamós amanida”. Y si tienes hambre, termina como nosotros con el último grano de “arròs sec d’espardenyes amb brou d’escamarlans”.
Pero, acuérdate, también vendrán el tierno “lluç al vapor amb emulsió de còdium, salsa holandesa i capdell a la brasa” o los definitivos “lletons de vedella jove glassejats”.
La simpática camarera ya lo insinuó al inicio, recitando a velocidad de sincrotrón los ingredientes de varios platos. Quizá te sabrá a poco el “hort portat a taula”, quizá te comerías otro “ou cuit a baixa temperatura, amb tripeta de bacallà, verdures i bolets”. Pero, atento a la velocidad de su habla. Por mucho menú corto, una degustación es como unos fuegos artificiales: ahora una “flor de carbassó farcida amb brandada de bacallà”, ahora un delicado “Tàrtar d’escamarlans de la costa amb espàrrecs i caviar Oscietra”.
De lo único que no puedo opinar es del “merengue amb mató de cabra, sobrasada i mel de romaní”. Tengo intolerancia al porcino de granja; ironías de Manitas de Cerdo.
Los postres
Todo empezó con el perfume de la lavanda llegando a la masía. Y así también el inicio del final. Un exquisito “sorbet de flor d’espígol” nos refrescaba las papilas gustativas para disfrutar de las complejas “maduixes al pebre, gelat de iogurt i núvol de sucre” y el nunca mejor dicho brownie “amb gelat de nous pecanes”.
Hacía rato que el Ferrer Bobet se había agotado. Una lástima, porque la enorme caja de los petit fours hubiera requerido otro trago. Para devolverle la provocación del pollo asado pregunté si contenía la factura, pero ni con esas; profesionales hasta la médula. A cambio conseguimos otro pastelito que fui incapaz de terminar.
El precio
85€, sin vino obviamente. Un regalo si te lo puedes costear o, mejor todavía, si te dejas invitar. El dinero mejor invertido si disfrutas con la alta cocina. Y, no seas tacaño, ofrece tu mejor propina para un equipo de sala tan sobresaliente como el conjunto de Can Jubany.
Can Jubany, Ctra. de Sant Hilari, s/n, 08506 Calldetenes, Barcelona. Tf. 938 89 10 23