A primera hora de la mañana hice una reserva para las dos y cuarto, un horario un poco tardío para una capital de provincia como Girona. Y, a las dos y diez, al estar todavía sentados en el despacho y siendo consciente de las pequeñas dimensiones del local, volví a llamarles para certificar mi reserva. De hecho nos retrasamos sólo diez minutos sobre el horario inicial. Pero, nuestra mesa estaba ocupada. Hay crisis, lo sé, dos turnos a mediodía cubren posibles vacancias en días menos solicitados y los empleados hay que pagarlos tanto si hay reservas como si no. Los restauradores preocupados por los ingresos deberían fijarse en los restaurantes chinos. Son unos maestros en la multiplicación de turnos, en la unión y división de mesas, en la diligencia trayendo y llevándose platos, en apuntar los fideos, el arroz tres delicias y el pollo con almendras garabateando sólo una mitad de la octavilla del blog… Por fin nos sentamos. Una carta interesante, una selección de vinos a estudiar antes por el site y una oferta de postres sin margen de improvisación. A mi compañero de mesa le chiflan los quesos, mandamos a la joven camarera a negociarlo a la cocina, pero nos la devolvieron cariacontecida sin ofrecerle apoyo. No pudimos cambiar la macedonia por té chino. Hay crisis, lo sé, dos turnos a mediodía cubren posibles vacancias…

Mimolet (Girona), véase ‘Ni fu ni fa‘ para más info.