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[27 Septiembre 2012] Es mi segunda referencia al Da Greco en Manitas de Cerdo y, como siempre, un restaurante altamente recomendable.
Da Greco es único en su categoría. Todavía no he encontrado nada igual. Las ubicación en els Jardinets del Passeig Gràcia de Barcelona, una corta avenida por encima Diagonal en el extremo superior de nuestra Champs-Élysées barcelonesa, eleva todavía más las expectativas. La puerta exterior del restaurante, aunque gruesa e imponente, casi pasa desapercibida. Hay que fijarse bien para no pasarse de largo.

Una vez dentro me recuerda al Espai Barroc, no porque sus muros sean centenarios, sino por la abundante y variopinta decoración barroca y rococó. Hoy me han puesto en la sala del fondo, para mí de los espacios más privilegiados, aunque, a decir verdad, todo el restaurante tiene su encanto.
Mi compañero de mesa se retrasó un buen rato. Tuve ocasión de repasar el espacio e incluso tomar alguna fotografía, como la del busto del galgo observándome fijamente. También pude estudiar la carta y fijarme en el servicio, encabezado como siempre por la atenta Maître y su séquito de discretas y jóvenes camareras. Al pasar los minutos, se me acercó una de las muchachas interesándose por si tenía algún deseo inmediato.
Una Vichy, por favor –le dije fijándome bien en su mirada para evitar el episodio del Marina del Hotel Arts del pasado julio. A diferencia del camarero del Marina, ella simplemente asentó con la cabeza y dibujó una fugaz sonrisa en respuesta a mi petición.
Me sorprendió el rápido encaje del encargo y pensé, seguro que traerá otra San Pellegrino. No olvidemos que Da Greco es un restaurante italiano y ese producto es considerado el champagne de las aguas minerales, eso dicen.
Oh sorpresa, al poco rato volvía con la Vichy, pero en esta ocasión, con una botella de un litro. Señora –estaba a punto de decirle– me encanta la Vichy, pero no estoy deshidratado.
Sin embargo, no me atreví; parecía tan endeble. Total –pensé– Vichy es el Marc de Champagne de las aguas minerales. Con un litro tendría líquido suficiente para toda la comida, platos de degustación y postre incluidos.
Primero llenó mi copa y acto seguido la de mi compañero que aún no había llegado. Interesante –pensé– ¿por qué lo habrá hecho? Igual habría adivinado que a mi compañero, igual que a mí, le chiflaba la Vichy. Imposible –concluí– habrá llenado dos vasos porque sabe que me encanta beberla a copas.
Dándole vueltas a su comportamiento, quizá podría ser la compañera del camarero del Marina del Hotel Arts, quien habrá leído aquel post y sentía la imperiosa necesidad de reparar su falta de comprensión. Tampoco –me respondí, dado el improbable cúmulo de casualidades. Quizá sirvan una degustación de la bebida a los acompañantes, presentes o no, como suelen hacer con los platos de pasta.
Por fin llegó mi colega. Nos saludamos y le ofrecí la copa de agua de Vichy por si le apetecía. Se la bebió de un trago. Tras consultar la carta ordenó también una copa de vino blanco. A mi aún me quedan setecientos centilitros de la preciada agua de Caldes de Malavella, aunque tenía una leve esperanza que la joven repitiría el llenado de vino a copas como había hecho con el agua.
Llegaron los platos, deliciosos como siempre y también el vino. Pero, la camarera, con la misma discreción y una fugaz sonrisa, empezó a llenar la copa de mi consocio hasta arriba del todo. ¡Gracias, gracias! –exclamó sorprendido por la inusual generosidad tratándose de un caldo. Y se lo bebió de un trago.
Ya no tengo ninguna duda: la camarera era amiga del joven empleado del Marina del Hotel Arts. Era la revancha de San Pellegrino.
Larga vida a la fantástica cocina italiana del Da Greco. Volveré.
Da Greco, c/Passeig de Gràcia, 116 bis «Jardinets» (Barcelona). Tf. 93 218 65 50