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Mientras esperaba un largo rato a mi compañero de mesa por segundo día consecutivo, pude comprobar que Google Maps podría haberle confundido. En la Avinguda Sant Ramón Nonat nº 12 en el barrio de Les Corts en Barcelona existe una pequeña pizzería de nombre Toto. Aunque tiene muy buenas críticas –habrá que probarlo– yo no me refería a la Pizzería Toto de Les Corts, sino al Restaurante Toto en la calle València 246 de Barcelona.

Hace algunos días sus propietarios me llamaron para invitarme a probarlo antes de abrir al público. ¡Qué honor! Manitas de Cerdo podría aportarme más satisfacciones que los varios años invertidos en la bolsa de trabajo Taurios, un proyecto en el que nos dejamos miles de Euros e infinitas horas de reuniones y programación, pero que al final no alcanzó la masa crítica necesaria. Ahora, gracias a unos simples posts, va y me llaman. Es la edad de oro de lo que los publicitarios llaman ‘earned media’.

Sin embargo, como quizá ya sepas, Manitas de Cerdo no atiende a posts por encargo como reza en los Términos de uso y tuve que excusarme no sin antes probar de animar a un colega bloguero, Ricard Sampere, por si quería acompañarme a tan amable invitación. Ricard declinó sabiamente mi propuesta (aquí su respuesta). Dijo que es importante probar los sitios de incógnito y poder escribir sin ataduras. No puedo estar más de acuerdo con él.

Así que hoy me he escapado al Toto sin decir nada a nadie, a excepción de mi compañero de mesa y que por poco acaba en la Pizzería de Les Corts.

Toto es un simpático diminutivo napolitano y sugiere cercanía sin siquiera conocer al signore Toto. No sé si Ronit Stern y Rafael Campos, los propietarios e impulsores del Toto, tenían eso en mente al bautizar su nuevo restaurante. Ahora bien, Toto ya forma parte del imaginario del sitio.

El Toto es un estupendo envoltorio decorativo del persuasivo Lázaro Rosa-Violán. Mi compañero, que finalmente llegó con una hora de retraso, se creía que el Toto llevaba ahí años. No me extraña, hasta yo pregunté a Ronit cuando me mostró el local todavía en obras si el suelo hidráulico era el original. Tan original como que es un suelo nuevo y efectista, como todo lo que sale de la factoría Rosa-Violán. En las baldosas de terracota de mi casa también se aprecian algunas huellas de gato, como si torpemente las hubieran pisado cuando el barro aún estaba tierno. En realidad, esas pisadas son fruto de un sello para estampar huellas aquí y allá en respuesta a nuestras ansias de lo artesanal y añejo.

Durante la larga espera tuve tiempo de sobra para estudiarme la carta y la enorme propuesta de vinos. Varias cosas me atraían, en especial los Mejillones al vino de Rioja con allioli y el Cordero lechal a la lenta cocción en horno de leña. En beneficio de mi dieta, finalmente me decidí por una creativa ensalada de remolacha de Girona y el cordero lechal. Para beber, mi ración de Vichy Catalán para ayudar a bajar los triglicéridos y una copa del tinto Ritme del Priorat, que no hay que ser talibán tampoco.

El Toto, que aparte de restaurante es wine bar, ofrece una extensa e interesante selección de vinos a copas, aunque a temperatura equivocada. Sería urgente que Sergi Ferrer Salat del Fastvinic les pusiera en contacto con el proveedor de neveras expendedoras de vino a copas. Una inversión probablemente enorme, pero muy necesaria para los amantes del anunciado movimiento slow food.

Nos invitaron al postre, en mi caso sana fruta cómodamente preparada, y nos dejamos 36€ por cabeza. La chef tiene chispa y los camareros están llenos de ilusión. Ronit y Rafael retan la crisis y tirarán hacia delante. Ellos son artistas empresariales y acaban de estampar su propio sello en la floreciente restauración de Barcelona. Mi compañero de mesa ha salido contento y me aseguró que traería su equipo comercial próximamente. Ves, Rafael, esto funciona al revés.

¡Mucha suerte y saludos desde Manitas de Cerdo!

Restaurante & Wine Bar Toto, València 246 (Barcelona). Tf. 93 467 67 29

PD. Si tuviera que expresar el Toto musicalmente sería así.