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Ahora que Manitas de Cerdo ha sobrepasado las 50.000 visitas, creo que puedo permitirme hacer una modesta observación. El objetivo sería animar a chefs y restauradores a dar un paso adelante en su oferta saludable.

¿A quién me dirijo?
Mi ámbito experiencial se limita básicamente a Barcelona –dónde trabajo –y a Girona –dónde vivo. Ahora bien, no quiero que se lea este manifiesto en términos geopolíticos. Mi community manager siempre me alerta que debo evitar hablar de política y deportes. Así lo hago, aunque si dominara gramatical y ortográficamente la lengua catalana, este post lo haría en catalán. Estoy progresando. Me dirijo a chefs y restauradores de aquí, por lo que tendría todo el sentido hacerlo así.
¿Cómo acelerar la pérdida de clientes?
Este post no trata sobre ningún asunto político, sino sobre una cuestión de mucha más trascendencia. De hecho, este manifiesto es de vital importancia: la supervivencia de tus clientes. Puede que te rías y pienses que me he ido por los cerros de Úbeda. Pero no, mi tesis es de vida o muerte. Si no te preocupas por la salud de tus comensales, el número de clientes se reducirá irremediablemente.
¿Cómo bajar los ingresos?
Es sabido que las ofrendas a la gula venden más que unos platos saludables, al menos a corto plazo. Pero, una clientela sana te dará más ingresos a largo plazo; sospésalo. Puede que pienses que la lipoproteína de baja densidad (LDL) es un mal de personas propensas a acumularla, pero basta echar un vistazo a cualquier comedor para darse cuenta que a los todavía sanos quizá también les convenga vigilarla. Todo empieza con una ligera sinuosidad. Apuesto que muchos de tus comensales son sedentarios, golosos, fumadores y bebedores. Cambiarles los malos hábitos es una labor imposible, pero hacer algo por su salud cuesta muy poco; está en tus mágicas manos. Además, preocupándote por su salud, beneficiarás a tu bolsillo; todos ganan.
¿Cómo acelerar la pérdida de clientes?
Echa un vistazo a tu menú. Me apuesto que de cada cuatro entrantes sólo uno se libra de las grasas saturadas o de las llamadas trans todavía más perjudiciales. Y en tu lista de platos principales, quizá todos vengan con esos sabrosos lípidos incluidos. Pues, debes saber que si contribuyes al cebado de tus clientes, éstos retornarán a tu restaurante solo mientras no sucumban a su acidez humoral, la diabetes, la hipertensión, un infarto o un accidente cerebrovascular. No exagero. El LDL es un asesino silencioso. En mi sector los clientes se pierden por no acertar en precios, en el tuyo, además de los precios, por no alimentarles saludablemente. ¡Aun estás a tiempo!
A falta de ideas echa grasas
No es tan difícil. En el año 2010 la Unesco declaró Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad la Dieta Mediterránea. Tú, que trabajas aquí, lo tienes más fácil que nadie. Introducir la Dieta Mediterránea en Suiza sería una labor frustrante; aquí, sin embargo, sólo tienes que practicarla. La gente de nuestro entorno ya la conoce, está en auge y conviene a tu bolsillo. ¿Tienes dudas? Prueba las verduritas de Harry Wieding del Sant Pere del Bosc, el tartar de tomate dulce con olivada del Academy, la hamburguesa vegetal de verduras, especias, lentejas y germinado de alfalfa del Fastvinic o la esqueixada de Castanyola amb llimona i prèssec de Martí Rosàs. No es una cuestión de lípidos, sino del arte que llevas dentro.
Foto: juantiagues